miércoles, 28 de agosto de 2024

Palestina. La CIJ considera que el BDS no es sólo un derecho, sino una obligación

 

Por Craig Mokhiber*. Resumen Medio Oriente, 27 de agosto de 2024.

La autorizada sentencia de la Corte Internacional de Justicia sobre la ocupación israelí deja claro que el boicot, la desinversión y las sanciones contra la ocupación, la colonización y el apartheid israelíes no son sólo un imperativo moral, sino también una obligación legal.
Israel y su lobby llevan años inmersos en una frenética actividad para blindar aún más a Israel de la rendición de cuentas, utilizando su influencia en Occidente para ilegalizar la oposición organizada a Israel. El principal de estos esfuerzos ha sido la campaña israelí para penalizar los llamados al boicot, la desinversión y las sanciones a Israel por sus graves violaciones de los derechos humanos. Como consecuencia de ello, en Estados Unidos y en el resto de Occidente están en vigor innumerables leyes y políticas que pisotean los principios constitucionales fundamentales y los derechos humanos garantizados internacionalmente en defensa de la impunidad israelí. Pero una Opinión Consultiva emitida el mes pasado por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) debería ayudar a cambiar esta situación.
En su histórica sentencia, la CIJ declaró que la ocupación israelí de Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza es totalmente ilegal, que Israel practica el apartheid y la segregación racial, y que todos los Estados tienen el deber de ayudar a poner fin a esta situación, incluso cortando todas las relaciones económicas, comerciales y de inversión con Israel en el territorio palestino ocupado. En otras palabras, para cumplir con el derecho internacional, todos los países están obligados a participar en un boicot económico a las actividades de Israel en el Territorio Palestino Ocupado y a desprenderse de cualquier relación económica existente allí.
Dado que el dictamen debía acotarse a los parámetros de la petición de la Asamblea General de la ONU que dio lugar a sus conclusiones, no abordó los deberes y obligaciones relativos a las actividades al oeste de la Línea Verde de 1948 (el territorio de Israel). Sin embargo, la declaración del máximo tribunal sobre las obligaciones ante el Derecho Internacional deja claro que quienes impulsan el BDS no sólo tienen autoridad moral para hacerlo, sino también un sólido fundamento en el Derecho Internacional.
La opinión consultiva emitida por la CIJ el 19 de julio se produce en el contexto del inicio de un procedimiento por genocidio contra Israel ante ese máximo tribunal en diciembre pasado, y de la solicitud de órdenes de detención emitida en mayo por el Fiscal de la Corte Penal Internacional contra el Primer Ministro israelí y el Ministro de Defensa por crímenes de lesa humanidad, incluido el exterminio. En conjunto, representan un giro histórico respecto a 76 años de excepcionalidad e impunidad israelíes patrocinadas por Occidente, y alimentan la esperanza de una nueva era de rendición de cuentas.
Consciente de ello, Israel, así como sus aliados occidentales acusados de complicidad en los crímenes internacionales israelíes (principalmente Estados Unidos, Reino Unido y Alemania) se han apresurado a oponerse, retrasar y obstruir la actuación de estos tribunales, interviniendo en los procedimientos judiciales y, en algunos casos, amenazando a los funcionarios de dichos tribunales. Y, de hecho, el proceso para emitir la orden de detención de la CPI ya se ha retrasado desmesuradamente en comparación con casos anteriores. No obstante, la opinión consultiva de la CIJ fue oportuna e inflexible en su aplicación del derecho internacional a Israel.
Israel y sus aliados también alegan en su defensa que las opiniones consultivas de la CIJ «no son vinculantes» y que, en efecto, el máximo tribunal no puede obligar a un Estado a cumplir sus dictámenes. Pero lo que esta táctica ignora es que las leyes a las que la CIJ hace referencia en su opinión consultiva son, de hecho, vinculantes para todos los Estados. Por ejemplo, la Corte observó que el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación, sus derechos emanados del Derecho Internacional Humanitario y del Derecho Internacional de los DD.HH., y la prohibición a Israel de adquirir territorio por la fuerza imponen las obligaciones denominadas «erga omnes», es decir, obligaciones vinculantes que se aplican a todos los países.
Entre estas obligaciones se encuentran la de no reconocer ni apoyar de ningún modo a la ocupación, y la de tomar medidas para hacer realidad la igualdad de derechos y la autodeterminación del pueblo palestino. De ello se deduce que cualquier política o acto de un país occidental que reconozca de alguna manera la ocupación de Israel, ayude a Israel en esa ocupación (económica, militar, diplomáticamente, etc.) o prohíba a las personas bajo su jurisdicción aplicar el derecho internacional a través del boicot o la desinversión de la ocupación ilegal de Israel, sería ilegal.
Por supuesto, es probable que Estados Unidos, que ha ignorado durante mucho tiempo las prohibiciones del derecho internacional y por décadas ha invertido esfuerzos en forjar la excepción para garantizar la impunidad israelí, rechace las conclusiones de la Corte y se oponga a la resolución de la Asamblea General de la ONU para implementarlas (que se espera le seguirá). Es posible que otros Estados occidentales comprometidos con el eje israelí, como el Reino Unido y Alemania, sigan su ejemplo. Pero es probable que la mayoría de los países, incluidos otros Estados occidentales, ajusten sus políticas para garantizar el cumplimiento de la legalidad internacional.
Los grupos y personas afectados por los esfuerzos para penalizar el BDS u obligar a la gente a rechazarlo dispondrán ahora de una nueva e importante herramienta en su arsenal jurídico a la hora de hacer valer sus derechos por vía administrativa o judicial. Ahora pueden invocar el autorizado dictamen del máximo tribunal mundial para afirmar con fundamento que participar en acciones de boicots, desinversiones y sanciones contra la ocupación, la colonización y el apartheid israelíes no sólo es un imperativo moral y un derecho constitucional y humano, sino también una obligación jurídica internacional.

  • Craig Mokhiber es abogado internacional especializado en derechos humanos y ex director de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los DDHH en New York. Renunció a su cargo y dejó la ONU en octubre de 2023 a través de una declaración pública en la que advertía del genocidio en Gaza, criticaba la respuesta internacional y pedía un nuevo enfoque para Palestina e Israel basado en la igualdad, los derechos humanos y el derecho internacional.

Traducción: María Landi.

Fuente: Mondoweiss

sábado, 10 de agosto de 2024

Amy Goodman y Denis Moynihan: El silencio de EE.UU. ante la tortura de prisioneros en cárceles israelíes

 


 

El devastador informe elaborado por la organización israelí para los derechos humanos B’Tselem revela cómo Israel transformó rápidamente el centro penitenciario de Megiddo y otras once prisiones en una red de “centros de tortura”.

“Cuando bajamos del autobús, un soldado nos dijo: ‘Bienvenidos al infierno’”. Así se expresaba Fouad Hassan, un hombre originario de Naplusa, una ciudad situada en el norte de los territorios ocupados de Cisjordania, que estuvo recientemente detenido en la prisión israelí de Megiddo. Las palabras de Hassan, padre de cinco hijos y de 45 años de edad, encabezan un devastador informe elaborado por la organización israelí para los derechos humanos B’Tselem que revela cómo Israel transformó rápidamente el centro penitenciario de Megiddo y otras once prisiones en una red de “centros de tortura” tras el ataque que Hamás llevó a cabo en el sur de Israel el 7 de octubre de 2023.

Fouad es uno de los 55 palestinos entrevistados por B’Tselem para el informe, de los cuales 30 provienen de Cisjordania; 21, de la Franja de Gaza; y cuatro son ciudadanos israelíes. Sus desgarradores testimonios se complementan con reportes periodísticos e informes oficiales que trazan un impactante mosaico de negligencia, maltrato, tortura y muertes dentro del sistema penitenciario israelí, que se han intensificado luego del 7 de octubre y que han sido cometidos de manera sistemática bajo la dirección del ministro de Seguridad Nacional de Israel, el ultraderechista Itamar Ben-Gvir.


'''Los testimonios que B’Tselem ha sacado a la luz son estremecedores. Sari Huriyyah es un abogado especializado en bienes raíces, de 53 años, que tiene ciudadanía israelí. Fue arrestado por una publicación que compartió en la red social Facebook el 4 de noviembre de 2023. Huriyyah describió lo que le ocurrió a Abd a-Rahman Mar’i, un joven de 23 años de edad que estaba confinado en una celda de aislamiento contigua a la suya:“[El joven] gritaba de dolor constantemente y suplicaba por atención médica. El guardia se acercaba de vez en cuando y le gritaba: ‘¡Come mierda! ¡Cállate!’. Por la mañana pasaron los guardias a contarnos. Uno de ellos le ordenó [al joven]: ‘¡Levántate, animal! ¡Levántate, perro!’. Lo revisaron y luego todo el lugar quedó en silencio. Finalmente, el personal médico dijo: ‘No hay nada que hacer’. Uno de los guardias dijo ‘mi más sentido pésame’ y todos comenzaron a reír. Lo metieron en una bolsa negra para cadáveres y se lo llevaron como si fuera basura”.




Por su parte, Firas Hassan, un funcionario de la Autoridad Palestina, de 50 años, describió la paliza que le propinaron los guardias penitenciarios y cómo se enteró de que la golpiza estaba siendo transmitida en vivo para que Ben-Gvir pudiera presenciarla:

“Éramos diez palestinos en la celda. Los guardias entraron y nos golpearon durante 50 minutos. Estaban enmascarados. Se reían mientras nos golpeaban y transmitían todo en directo. Entiendo hebreo y escuché que uno decía: ‘Estamos transmitiendo en vivo y en directo para Ben Gvir’.[…] Luego, después de atarnos las manos a la espalda y vendarnos los ojos, trajeron perros policía”.

Sarit Michaeli es coordinadora de incidencia internacional de B’Tselem. En conversación con Democracy Now!, Michaeli afirmó que Ben-Gvir no es el único responsable de los maltratos y torturas:

“No creo de ninguna manera que el ministro Ben-Gvir sea la única persona responsable [de los abusos]; el primer ministro [Benjamín] Netanyahu, que le ha conferido todo este poder [a Ben-Gvir], es el principal responsable y culpable. Estas son políticas. No son acciones cometidas por individuos descarriados. No son acciones cometidas por individuos que van contra la corriente. Son directrices establecidas por la dirección del sistema penitenciario israelí y por el Gobierno”.

El principal canal de noticias de la televisión israelí, el Canal 12, emitió un video que muestra cómo un grupo de soldados israelíes aparentemente violan en grupo a un prisionero y lo dejan con graves heridas en el recto y con las costillas rotas.

El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Matthew Miller, admitió haber visto el video y afirmó: “[…] Debe haber tolerancia cero al abuso sexual o violación de cualquier persona detenida, punto”. Sin embargo, no hay evidencia de que el Gobierno de Biden le haya enviado algún mensaje a Israel en relación con este asunto.

Michaeli sostiene que si Estados Unidos no ejerce ninguna presión al respecto, los maltratos y abusos que B’Tselem describe en su informe seguirán ocurriendo:

“No esperamos que ninguna investigación hecha por israelíes cambie de manera significativa la situación. […] Hacemos un llamado a todos los países y a las instituciones internacionales pertinentes para que investiguen la situación e intervengan. […] Específicamente, hacemos un llamado a la Corte Penal Internacional, porque estos delitos que enumeramos en nuestros informes son crímenes de guerra y podrían también alcanzar la magnitud de crímenes de lesa humanidad. La comunidad internacional, incluido el Gobierno de Estados Unidos, tiene el deber de actuar”.

El 5 de agosto, las Naciones Unidas emitieron una declaración que comienza con las siguientes palabras: “Los informes de presuntos actos de tortura y violencia sexual en la prisión israelí de Sde Teiman son manifiestamente ilegales y repugnantes, pero solo representan la punta del iceberg”.

Turquía ha solicitado unirse a la demanda por genocidio que Sudáfrica presentó contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia, mientras que el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional está intentando impulsar una acusación formal contra Netanyahu y el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant.

El movimiento de solidaridad con el pueblo palestino está centrando su atención en la vicepresidenta de Estados Unidos y candidata presidencial del Partido Demócrata, Kamala Harris, quien decidió no presidir la reciente sesión conjunta del Congreso en la que Netanyahu se dirigió a los legisladores estadounidenses. El miércoles, un grupo de activistas interrumpió el discurso de la vicepresidenta en un mitin que se estaba llevando a cabo en el estado clave de Michigan. Los manifestantes corearon “¡Kamala, Kamala, no puedes esconderte! No votaremos a favor del genocidio”. Harris respondió: “¿Saben qué? Si quieren que gane Donald Trump, entonces díganlo; de lo contrario, estoy hablando yo”.

Mientras se anticipan movilizaciones de solidaridad con Palestina tanto dentro como fuera de la próxima Convención Nacional Demócrata, todas las miradas están puestas en la vicepresidenta Harris: los llamados a un alto el fuego en Gaza aún continúan.

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.

 . Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org